Como un fotógrafo profesional. Los alumnos se encargaban de hacer fotografías a otros alumnos de otra rama, esta vez eran los de restauración. Me han invitado a ver como realizaban el trabajo, pero como soy un friky les he dado algunas pautas, y eso que yo de fotografía no tengo mucha idea. Les he aconsejado sobre la luz de contra que le daba un brillo un poco raro a la imagen, así que se lo comenté y no vieron inconveniente en hacerme caso, cogieron sus guantes para redireccionar la luz, y como ha quedado mejor me han invitado a que les ayude siempre que tengan sesión. Me alegro de que lo que he aprendido sirva para ayudar a otros jóvenes talentos.
Las 12 del mediodía, hora de comer. Ya me he acostumbrado y la verdad es que ahora se come mejor, hoy pescadito con arroz sobre un colchón de soja, piña y champiñones. Mu rico. La comida nos ha costado nada, creo haber entendido que ha sido porque les hemos hecho las fotos, la verdad es que solo nos hemos ahorrado un euro pero en el estado en que está mi economía, bienvenido sea.
La lluvia trae mal ambiente. Según salgo del metro de mi casa me dirijo a comprar taperwares en una especie de ferretería que regenta una señora mayor. Salgo y un calor húmedo sale del suelo y me golpea la cara, al mirar a mi alrededor puedo observar que todo está empapado. Acaba de llover y no me he dado ni cuenta. Parece que la lluvia ha calmado un poco el frío o eso creía.
Mi vida siguió igual, fui al supermercado pero esta vez investigué en otro que me resultó familiar era un Spar, como los de Madrid. Pero sigue siendo imposible conseguir carne a un precio asequible así que un poco de pasta, sopa, fruta y patatas.
Los perros aquí no ladran. No es que aquí emitan un sonido diferente, sino que aquí están educados para hablar solo cuando les digan sus dueños. Los que tienen más perros son los punkis, que los tienen a pares. Van todos con unas crestas enormes de colores muy llamativos y con perros alrededor suyo. Como todo el mundo es libre van como quieren sin que la gente se quede mirándoles.
Por la noche en mi barrio todo es soledad, no hay nadie por ninguna parte y todo está en silencio, soledad y más soledad. La gente se divierte en otras zonas de esta gran ciudad, pero yo tengo un trato. He perdido la conexión con mi paraíso particular, no tengo ganas de meter en mi cabeza más problemas de los que ya tengo. Creo que algo va mal por Madrid, y me gustaría pensar que no soy yo el culpable, pero me temo que si. Lo siento.
Óscar G. Almansa
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