martes, abril 14, 2009

BERLINALE. 01

13-04-09
Día 1
Sin dormir. Sin nada en el estómago. Todo mi mundo atrás de unas puertas detectoras de metales. Delante, un pájaro de hierro que aún no sabe bien como ha conseguido llegar, pero ha llegado, y conmigo dentro.
En el asiento de al lado una pareja de alemanes de unos cuarenta y muchos años. Me miran mal porque saco el ordenador portátil para ver una película. Que por cierto no he podido terminar de ver porque se acabó la batería a falta de unos 20 minutos, creo. Digo creo porque me he quedado dormido y cuando desperté, la pantalla estaba en negro y la pareja de alemanes me miraba aún más raro, creo que debí de soltar algún ronquidito que otro.
Puede que fuera una señal. Que algo hizo que me despertara en ese momento, justo para no perderme las turbulencias que me han subido las pelotillas al pescuezo. Creo que no he pasado más miedo por mi vida en ningún otro momento. Y esto solo era el comienzo de mi aventura por tierras germanas.

Consigo salir de ese pedazo de aeropuerto que parece que no terminaba nunca y me dirijo a la parada de un autobús que me llevará al centro de Berlín (mit). Pero no podía imaginar lo duro que es llevar la maleta, el portátil, la cámara de video y una bolsa de mano, por una ciudad en la que cada vez que la gente abre la boca parece que te regañan. Me recordaba al colegio que cada dos por tres me echaban la bronca, “los codos fuera de la mesa”. Es algo que te hace estar en tensión continuamente.
Alexander Platz, el punto donde cambio el autobús por el metro. Esto no es tan bueno como parece puesto que las indicaciones del metro no son como las que yo conocía hasta ahora. Aquí el metro se simboliza con una “U” y no hay diferencia alguna entre una estación y otra, aunque sean de líneas diferentes. Y claro después de no entender donde estaba y cansado de llevar de un lado para otro las maletas. Me cansé de ir de plano en plano buscando donde coj….ones estaba. Decidí buscar a alguna persona, profesional, dedicada a dar información, pero resulta que en las estaciones no hay taquilla y claro está no hay taquillera a la que preguntar. OH! Que es lo que veo, una “i” de información, detrás de esa “i” sentada al micrófono una señora alemana, dentro de una cabina de cristal elevada un metro del resto de la gente. Para poder hablar con esta persona hay que llamara un telefonillo que se ubica en la puerta, la señora me abre y justo cuando voy a preguntar, me corta y anuncia la llegada del próximo tren.

Me fui de allí en la dirección que me dijo, bueno en la que yo entendí que me dijo. Mientras me bajaba una escalera mecánica tras otra sin saber a donde me dirigía, pensé, en personal de taquilla no se gastan ni un duro pero en tener a una pobre señora diciendo lo que en Madrid dice una grabación, sí.
No todo es malo en el metro puesto que aunque cueste muy caro el billete, también hay que decir que solo es caro para el que lo paga, porque al no haber taquillas, no hay tornos giratorios que controlen la entrada, así que como buen español que soy, todo lo gratis se aprovecha.

Al salir del metro me di cuenta de que no sabía muy bien donde estaba. De repente oigo voces que entiendo. Si. Dos señoras afroamericanas estaban hablando en perfecto castellano(a lo mejor no era perfecto del todo). Me acerqué y me lograron indicar con éxito hacia donde estaba mi casa. Bien, las primeras personas que podría decirse, según en la situación que estoy ahora, que fueron mis primeras amigas de Berlín. No las volveré a ver, no porque tenga nada en contra de las prostitutas, ah! Que no lo había contado, pues si, eran dos prostitutas. Se dedicaban a vender su cuerpo en un burdell, es algo normal. Así que se puede decir que mi primer contacto con personas en Berlín, ha sido con dos prostitutas. (que triste).

El camino que recorrí desde las prostitutas hasta mi nuevo hogar ha sido una prueba de resistencia y fuerza física. Cargado de maletas, bajo un sol del demonio que calentaba el termómetro a unos 23ºC, y yo abrigado hasta los dientes. Menos mal que llego al portal, me abren y… no hay ascensor.

Soy el nuevo inquilino de Jesse y Barbara, una pareja de novios de unos 37 años, muy majos pero no les entiendo la mitad de lo que dicen, así que nuestra primera conversación ha estado llena de silencios incómodos. Son muy majos, creo. Tienen la casa llena de libros por todos los lados, en la estantería que hay en mi cuarto esta hasta el Kamasutra. Eso sí no he tenido una habitación tan grande en mi vida. Es una casa antigua con una distribución un poco extraña, aquí son típicas.

Mis nuevos compañeros de piso se han ido y me han dejado deshaciendo la maleta. En cuanto he terminado me he marchado a dar una vuelta, muy, muy grande. He podido ver costumbres y actos berlineses. Por ejemplo en Berlín a los peatones son a los que menos se les respeta, ni en la acera estamos seguros. Por poco me arrollan en bici unas 200 veces. Y menos mal que para cruzar esperaba a que se pusiera verde, porque eso es otra, en las calles pequeñas esperas a que se ponga el semáforo del peatón en verde y cruzas normal, pero en las calles anchas o pasas corriendo o te quedas en la mitad de la calle.
Bares no he visto muchos, bueno he visto 3, pero cafés o como se llaman aquí “Kaffes” hay como 10 por manzana.

Otra cosa que abunda mucho por aquí es la pornografía, en todos sus aspectos, sexshops a cascoporro, cinesX a mansalva, y solo con decir que mis primeras amigas han sido unas prostitutas. Creo que el porno aquí lo llevan bien. Por cierto he visto a un alemán entrar en un cineX a eso de las 17:00 y cuando he hecho el camino de vuelta eso de las 19:00 he podido reconocer al mismo tipo saliendo de la sala. A lo mejor leído no es divertido, pero a mi me ha hecho gracia el intento de disimulo del hombre al salir.

La gente aquí es diferente, no me refiero a diferente a esotro, que también, sino muy diferente entre ellos, están mezclados los góticos, con las familias, con los gays, con los pijos, con los mendigos, todos en la misma terraza tomando cosas.
Por cierto aquí la hora feliz empieza sobre las 18:00, según anuncian los carteles de los restaurantes-bar, mojitos a 3,50€. Ves a la vez a

1 comentario:

Marlene Iniesta dijo...

buenas, companiero de aventuras.
Tu primer entrada me produce muchísima empatía, tendré que comentarles a mis roommates alemanas sobre tus perecepciones, a ver qué opinan sobre el porno, jeje. Es gracioso, ellas estan todo el día asombradas porque las adolescentes homenses son todas iguales entre sí, lo que reforzaría tu teoría de que los alemanes son todos diferentes entre sí. a mi me sorprende que sean todas modelos, iguales, pero igualmente hermosas. Te sientes un cayo.
Acá son todos muy trendy fashion pijos con estilo. Pero todos iguales en los detalles y en las caras.
Mi primer contacto con suecos fue con dos chavales de córdoba. Me acerqué a ellos cuando vi que llevaban ropa quechua, sí, siempre vistiendo a los viajeros espanioles, decahtlon siempre en forma. Luego ya me acerqué a una chica joven y hablaba un inglés perfecto...ni se sorprendió al cambiar de idioma...y luego ya me acostumbré a ésto. Es así siempre, un punto a mi favor, menos mal.
Yo no tengo curso de idiomas, tienes mucha suerte. Intento aprender con la tele y con mi atascado oído y el diccionario en mano, pero todos hablan inglés tal que...

Un abrazo y cuidate!
Marlene